Duelos y rupturas traumáticas
El duelo es un proceso necesario de adaptación. Se puede experimentar por una pérdida causada por diferentes causas, por ejemplo, se puede sentir como una pérdida de deficiencias afectivas, algunas separaciones de los padres, el abandono de uno de los progenitores, las pérdidas materiales, la muerte de un animal doméstico, cambios de domicilio repentino, un aborto, el diagnóstico de una enfermedad grave o neurodegenerativa de una persona cercana o la pérdida de una persona estimada.
La intensidad y el tipo de relación con la persona que se va o la brusquedad del episodio en todas las demás situaciones, es uno de los factores que determinarán la dimensión de este proceso. Por otro lado, la forma de abordar los problemas de la persona que queda, su estilo cognitivo, el apoyo emocional y social que la persona que está en el proceso de duelo puede recibir, son otros factores a tener en cuenta.
Como dice la psicóloga Olga Herrero, "la muerte y cualquier pérdida significativa en general rompe la continuidad de la vida del enfermo, y está en el proceso de hacer luto, en el que la persona intenta restaurar esta continuidad".


Dentro de un dolor normal podemos encontrar una serie de comportamientos y sentimientos que se pueden dar en este proceso como: tristeza, llanto, rabia, culpa, remordimiento, ansiedad, fatiga, soledad, impotencia, shock, nostalgia, emancipación, alivio, insensibilidad, pensamientos, incredulidad, confusión, preocupación, sensación de presencia, alucinaciones, trastornos del sueño, soñar con la persona muerta, llámarla, visitar lugares en los que había estado con el desaparecido/da, guardar objetos del/la difunto/a.
Unas semanas después de la muerte del ser amado todos ellos pueden ser aceptables, el problema comienza, cuando después de un año y medio o dos de la muerte, estos sentimientos y comportamientos siguen siendo recurrentes, entonces podemos estar ablando de un duelo complicado o patológico. En el caso de encontrarnos ante un duelo complicado, que no nos permite avanzar con nuestra vida, es necesario hacer una reflexión y reestructuración de todos estos factores, para entrar en un duelo normal que nos permita sentirnos mejor.
Un buen trabajo terapéutico ayuda a aceptar la realidad de la pérdida, a identificar y resolver conflictos en la separación, que dificultan una buena elaboración del duelo. Esto implica un trabajo de concienciación emocional y profunda reflexión, que facilita dar un sentido a la pérdida y lograr la capacidad de vivir en un mundo donde la persona difunta no está.